Los judíos, obligados por las leyes nazis primero a aislarse del resto de la sociedad y más tarde a recluirse en guetos, mantuvieron una intensa actividad musical. Cuando su destino fue los campos de concentración o de exterminio, llevaron con ellos su música y su voluntad de, entre la desolación, seguir creando. No es de extrañar que el gran poema testimonial del Holocausto (aunque en todo momento usaré el nombre hebreo, Shoah, que significa catástrofe), Canto del pueblo judío asesinado, de Itsjok Katzenelson, víctima también él del exterminio, lleve justamente por título Canto. Sonaba música en las calles cenicientas de los guetos, sonaba música entre el humo de los campos de la muerte. Veremos, y oiremos, aquí algunos ejemplos, algunos casos.
De Katzenelson, muerto en Auschwitz, Primo Levi, superviviente de un campo subsidiario precisamente del de Auschwitz, escribió: "Ante el cantar de Itsjok Katzenelson al lector no le queda otra alternativa que detenerse turbado, respetuoso. No hay una obra comparable a ésta en toda la historia de la literatura: es la voz del morituro, entre los cientos de miles que van a morir, atrozmente consciente de su destino singular y del destino de su pueblo." De su conmovedor libro, que es más un grito y una plegaria que un poema, citaremos su inicio angustiado, aterrador, de su Canto (tomo el texto de su edición argentina, Katzenelson, Itsjok: El canto del pueblo judío asesinado, versión en español de Eliahu Toker, Ed. Arte y Papel, Buenos Aires, 1993. Existe una curiosa y reciente edición española que ofrece una triple versión del texto: en el original en yiddish, en español y en ladino):
EL CANTO DEL PUEBLO JUDÍO ASESINADO
(Fragmento)
¡Canta!
¡Canta! Toma el violín vaciado y hueco
Y arroja sobre sus delgadas cuerdas tus dedos,
Pesados como corazones doloridos. Y canta el último canto
Acerca de los últimos judíos en tierra europea.
-¿Cómo cantar? Cómo abrir la boca siquiera
Habiendo quedado completamente solo.
Sin mujer, sin mis dos pequeños. ¡Es un espanto!
El horror me habita… Escucho un llanto a lo lejos…
“¡Canta, Canta! ¡Alza la voz, quebrada y dolorida.
Búscala! Busca el canto allí arriba, si aún está,
Y cántalo… canta el último canto acerca del último judío;
Vivió, murió, quedo insepulto y ya no existe más…”
-¿Cómo cantar? ¿Cómo erguir la cabeza siquiera?
Se llevaron a mi mujer, a mi Ben Zion y a mi pequeño Iome, un niñito
¡Ya no están conmigo y su imagen no me deja!
¡Oh, oscuras sombras de mis más luminosos! ¡Sombras frías, ciegas!
“Canta, canta todavía por última vez aquí en la tierra;
Echa atrás la cabeza, pon los ojos en blanco,
Toma tu violín y canta por última vez:
¡Ya no hay mas judíos! Hasta el último han sido asesinados.
-¿Cómo cantar? ¿Cómo alzar los vidriosos ojos siquiera?
Llevo una lágrima petrificada en la pupila…
Quiere caer, quiere arrancarse el ojo
Pero no puede… ¡Dios, Dios mío!
Canta, canta… levanta hacia las alturas tu mirada ciega
Como si existiese un Dios allí, en los cielos…
Como si aún pudiésemos esperar de allí alguna dicha.
¡Siéntate sobre las ruinas de tu pueblo asesinado y canta!
¿Cómo cantar si el mundo es para mí un desierto?
¿Cómo hacer música con las manos crispadas?
¿Dónde están mis muertos? Los busco, Dios, entre los desperdicios,
En los montículos de ceniza: ¡Oh, díganme donde están vuestros cuerpos!
¡Griten de entre el polvo, desde bajos las piedras,
Desde las arenas, desde las llamaradas, desde las columnas de humo;
En vuestra savia y sangre, la médula de vuestro hueso!
¡Alcen la voz, griten con fuerza!
¡Griten desde las entrañas de las fieras del bosque, desde los peces del río
Que los devoraron! Griten desde los hornos crematorios, hombres, mujeres y niños!
¡Yo quiero un escándalo, yo quiero un clamor dolorido, quiero escuchar vuestra voz!
¡Grita, pueblo judío asesinado! ¡Deja que estalle tu grito!
Y no grites al cielo; te escucha tanto como la tierra, este basural;
Y no clames al sol; es como hablarle a un muro… ¡Ah, si yo pudiese
Apagar el sol como se apaga una lámpara, en esta desolada cueva de asesinos!
¡Tú brillabas más! ¡Tú eras más luminoso que el sol, pueblo mío!
¡Oh, pueblo mío, muéstrate, revélate ante mí, levanta tus manos
Desde las profundas fosas, apretadas, espesas, de kilómetros de largo,
Cubierto de cal e incinerado capa sobre capa!
¡Ponte de pie! ¡Levántate desde el último, desde el más profundo estrato!
¡Vengan todos. De Treblinka, de Sobibor, de Auschwitz;
Vengan de Belzec, de Ponar, de todos lados; vengan
De entre musgos podridos, desde los pantanos, desde las profundas ciénagas;
Vengan con ojos desorbitados, con gritos congelados y sin voz.
Vengan, formen en círculo, cremados. Resecos, triturados;
Hagan una ronda a mi alrededor, una ronda enorme;
Vengan, huesos judíos, desde el polvo, desde los panes de jabón,
Abuelos, abuelas, madres con niños en los brazos.
Déjense ver, muéstrense ante mí, vengan, vengan;
Quiero verlos a todos, quiero mirarlos, quiero
Echar una mirada muda sobre mi pueblo asesinado,
Y voy a cantar… Sí… ¡tomo el violín y canto!
3/5-X-1943
Quizás la figura más representativa de la música judía durante la Shoah/ Holocausto sea Shmerke Kaczerginski (1908-1954). Nos encontramos ante una figura queves a la vez figura fundamental y épica. Fallecido en un accidente de aviación tras la guerra, se crió en un orfanato, se hizo militante comunista en Vilna antes de cumplir los veinte años y escribe canciones que primero se divulgan anónimamente. Al invadir los nazis Lituania, huirá para ser recapturado y recluido en el gueto de Vilna. Allí compondrá canciones que testimonian la vida y las esperanzas de sus habitantes. Al menos dos de ellas son obras maestras y comparecen aquí.
La primera se titula Friling (Tiempo de primavera) y tal vez sea una de las más tristes y delicadas canciones que se hayan escrito. La versión cantada por Adrienne Cooper en su disco Ghetto Tango. Wartime Yiddish Theater es de las que hacen fluir las lágrimas. Sirva esta actuación en directo (a partir del minuto 4:20 del vídeo):
¡Canta!
¡Canta! Toma el violín vaciado y hueco
Y arroja sobre sus delgadas cuerdas tus dedos,
Pesados como corazones doloridos. Y canta el último canto
Acerca de los últimos judíos en tierra europea.
-¿Cómo cantar? Cómo abrir la boca siquiera
Habiendo quedado completamente solo.
Sin mujer, sin mis dos pequeños. ¡Es un espanto!
El horror me habita… Escucho un llanto a lo lejos…
“¡Canta, Canta! ¡Alza la voz, quebrada y dolorida.
Búscala! Busca el canto allí arriba, si aún está,
Y cántalo… canta el último canto acerca del último judío;
Vivió, murió, quedo insepulto y ya no existe más…”
-¿Cómo cantar? ¿Cómo erguir la cabeza siquiera?
Se llevaron a mi mujer, a mi Ben Zion y a mi pequeño Iome, un niñito
¡Ya no están conmigo y su imagen no me deja!
¡Oh, oscuras sombras de mis más luminosos! ¡Sombras frías, ciegas!
“Canta, canta todavía por última vez aquí en la tierra;
Echa atrás la cabeza, pon los ojos en blanco,
Toma tu violín y canta por última vez:
¡Ya no hay mas judíos! Hasta el último han sido asesinados.
-¿Cómo cantar? ¿Cómo alzar los vidriosos ojos siquiera?
Llevo una lágrima petrificada en la pupila…
Quiere caer, quiere arrancarse el ojo
Pero no puede… ¡Dios, Dios mío!
Canta, canta… levanta hacia las alturas tu mirada ciega
Como si existiese un Dios allí, en los cielos…
Como si aún pudiésemos esperar de allí alguna dicha.
¡Siéntate sobre las ruinas de tu pueblo asesinado y canta!
¿Cómo cantar si el mundo es para mí un desierto?
¿Cómo hacer música con las manos crispadas?
¿Dónde están mis muertos? Los busco, Dios, entre los desperdicios,
En los montículos de ceniza: ¡Oh, díganme donde están vuestros cuerpos!
¡Griten de entre el polvo, desde bajos las piedras,
Desde las arenas, desde las llamaradas, desde las columnas de humo;
En vuestra savia y sangre, la médula de vuestro hueso!
¡Alcen la voz, griten con fuerza!
¡Griten desde las entrañas de las fieras del bosque, desde los peces del río
Que los devoraron! Griten desde los hornos crematorios, hombres, mujeres y niños!
¡Yo quiero un escándalo, yo quiero un clamor dolorido, quiero escuchar vuestra voz!
¡Grita, pueblo judío asesinado! ¡Deja que estalle tu grito!
Y no grites al cielo; te escucha tanto como la tierra, este basural;
Y no clames al sol; es como hablarle a un muro… ¡Ah, si yo pudiese
Apagar el sol como se apaga una lámpara, en esta desolada cueva de asesinos!
¡Tú brillabas más! ¡Tú eras más luminoso que el sol, pueblo mío!
¡Oh, pueblo mío, muéstrate, revélate ante mí, levanta tus manos
Desde las profundas fosas, apretadas, espesas, de kilómetros de largo,
Cubierto de cal e incinerado capa sobre capa!
¡Ponte de pie! ¡Levántate desde el último, desde el más profundo estrato!
¡Vengan todos. De Treblinka, de Sobibor, de Auschwitz;
Vengan de Belzec, de Ponar, de todos lados; vengan
De entre musgos podridos, desde los pantanos, desde las profundas ciénagas;
Vengan con ojos desorbitados, con gritos congelados y sin voz.
Vengan, formen en círculo, cremados. Resecos, triturados;
Hagan una ronda a mi alrededor, una ronda enorme;
Vengan, huesos judíos, desde el polvo, desde los panes de jabón,
Abuelos, abuelas, madres con niños en los brazos.
Déjense ver, muéstrense ante mí, vengan, vengan;
Quiero verlos a todos, quiero mirarlos, quiero
Echar una mirada muda sobre mi pueblo asesinado,
Y voy a cantar… Sí… ¡tomo el violín y canto!
3/5-X-1943
Quizás la figura más representativa de la música judía durante la Shoah/ Holocausto sea Shmerke Kaczerginski (1908-1954). Nos encontramos ante una figura queves a la vez figura fundamental y épica. Fallecido en un accidente de aviación tras la guerra, se crió en un orfanato, se hizo militante comunista en Vilna antes de cumplir los veinte años y escribe canciones que primero se divulgan anónimamente. Al invadir los nazis Lituania, huirá para ser recapturado y recluido en el gueto de Vilna. Allí compondrá canciones que testimonian la vida y las esperanzas de sus habitantes. Al menos dos de ellas son obras maestras y comparecen aquí.
La primera se titula Friling (Tiempo de primavera) y tal vez sea una de las más tristes y delicadas canciones que se hayan escrito. La versión cantada por Adrienne Cooper en su disco Ghetto Tango. Wartime Yiddish Theater es de las que hacen fluir las lágrimas. Sirva esta actuación en directo (a partir del minuto 4:20 del vídeo):
La letra, que me emociona tanto como la música, ya de por sí emotiva, es:
FRILING [TIEMPO DE PRIMAVERA]
Camino por el gueto solo y abandonado,
no hay nadie para cuidar de mí ahora.
¿Cómo se puede vivir
cuando tu amor se ha marchado?
Por favor, que alguien me muestre cómo.
Sé que es primavera,
y hay cantos de pájaros, y sol,
toda la naturaleza parece feliz y libre,
pero estoy encerrado en el gueto
Estoy como un mendigo,
ante cada puerta me detengo
pidiendo un poco de sol para mí.
Tiempo de primavera,
qué hermosa es la primavera.
¿De qué sirve el sol,
cuando mi amada ya no está?
La primavera,
que brille sobre mi dolor,
pero aún así mañana
estaré tan triste como hoy.
La casa en la que vivimos
ahora está cerrada a cal y canto,
las ventanas están rotas y al descubierto.
El sol es tan feroz
que las flores se han secado.
Ellas se marchitan en el aire invernal.
Cada mañana, cada tarde
tengo que pasar por delante de nuestro hogar,
apartando siempre la mirada.
Era el lugar en el que me amabas,
el lugar en el que me besaste,
el lugar en el que me abrazabas con fuerza.
Cuánto he pensado
en qué clase de poderes celestiales
podrían enviar la primavera temprana este año.
Vaya, gracias por venir,
veo que trajiste flores,
¿queréis que le dé la bienvenida?
Dicen que el gueto es de oro y brillantes,
pero la luz del sol y las lágrimas me enceguecen.
Ya ves, mi amada,
¿para siempre te has ido?
No puedes salir de mi mente.
Aporto dos notables versiones más. La primera, ligeramente sobreactuada, es de Berthe Kahan (y por supuesto, no hay que usar redundantemente las imágenes de los campos de exterminio ni de hipotéticos supervivientes):
La otra, más contenida, lírica y emotiva es de Karolina Petrova & das blaue Einhorn:
Otra canción de Kaczerginski, un auténtico canto de batalla y de orgullo, es "Yid du partizaner", cuya letra, traducida del yiddish, es así:
que las flores se han secado.
Ellas se marchitan en el aire invernal.
Cada mañana, cada tarde
tengo que pasar por delante de nuestro hogar,
apartando siempre la mirada.
Era el lugar en el que me amabas,
el lugar en el que me besaste,
el lugar en el que me abrazabas con fuerza.
Cuánto he pensado
en qué clase de poderes celestiales
podrían enviar la primavera temprana este año.
Vaya, gracias por venir,
veo que trajiste flores,
¿queréis que le dé la bienvenida?
Dicen que el gueto es de oro y brillantes,
pero la luz del sol y las lágrimas me enceguecen.
Ya ves, mi amada,
¿para siempre te has ido?
No puedes salir de mi mente.
Aporto dos notables versiones más. La primera, ligeramente sobreactuada, es de Berthe Kahan (y por supuesto, no hay que usar redundantemente las imágenes de los campos de exterminio ni de hipotéticos supervivientes):
La otra, más contenida, lírica y emotiva es de Karolina Petrova & das blaue Einhorn:
Otra canción de Kaczerginski, un auténtico canto de batalla y de orgullo, es "Yid du partizaner", cuya letra, traducida del yiddish, es así:
TÚ, JUDÍO PARTISANO
Desde las paredes de la prisión del ghetto hasta la libertad de los bosques,
en lugar de cadenas alrededor de mis manos llevo un rifle nuevo;
en nuestras rondas, éste, mi amigo, abraza mi cuello y hombro
A partir de hoy estaremos unidos como uno solo.
De momento somos pocos, mas destacamos como si fuéramos millones.
Nos hacemos sentir en montañas y valles, convoyes, columnas, puentes.
Los fascistas tiemblan en sus botas, no pueden adivinar de dónde llegaremos;
cargamos contra ellos desde fuera y de ninguna parte, judíos partisanos.
Llevamos la palabra venganza escrita en nuestra sangre.
Lucharemos hasta el fin para que llegue nuestro día sagrado
No queremos ser el último de los mohicanos
sino traer la luz a la noche, tú, judío partisano.
Y cantada suena de este modo, si se va al minuto 6:32 de este concierto en una sinagoga de Atlanta y que tiene parte del espíritu que le aporta Adrienne Cooper en el disco imprescindible Ghetto Tango:
A falta de nada mejor, otra versión válida pero un tanto rutinaria:
Desde las paredes de la prisión del ghetto hasta la libertad de los bosques,
en lugar de cadenas alrededor de mis manos llevo un rifle nuevo;
en nuestras rondas, éste, mi amigo, abraza mi cuello y hombro
A partir de hoy estaremos unidos como uno solo.
De momento somos pocos, mas destacamos como si fuéramos millones.
Nos hacemos sentir en montañas y valles, convoyes, columnas, puentes.
Los fascistas tiemblan en sus botas, no pueden adivinar de dónde llegaremos;
cargamos contra ellos desde fuera y de ninguna parte, judíos partisanos.
Llevamos la palabra venganza escrita en nuestra sangre.
Lucharemos hasta el fin para que llegue nuestro día sagrado
No queremos ser el último de los mohicanos
sino traer la luz a la noche, tú, judío partisano.
Y cantada suena de este modo, si se va al minuto 6:32 de este concierto en una sinagoga de Atlanta y que tiene parte del espíritu que le aporta Adrienne Cooper en el disco imprescindible Ghetto Tango:
A falta de nada mejor, otra versión válida pero un tanto rutinaria: